4.11.2013

La+


Los meses en la esclavitud pasaron como hojas al viento, ya no se contaban los días, sino los años. A pesar de todo Cat aun mantenía una (tal vez ingenua) esperanza, sus amigos aun luchaban por sobrevivir y entre los tres se daban ánimos mutuamente para continuar.

Habían pasado varias semanas desde la última vez que vio a sus amigos, era en esos momentos cuando el miedo se hacía más fuerte, ni siquiera se atrevía a pensar en posibilidades, solo añoraba el momento de volver a verlos. Fue en uno de esos días que una joven llego al recinto de las mujeres esclavas, tenía la peculiaridad de haber sido brutalmente golpeada por los orcos (situación que ella misma paso), sin duda signo de rebeldía contra sus captores, pero en esa ocasión era diferente, usualmente no daban un trato tan duro a las que recién llegaban, después de todo, era mercancía nueva.

Cat paso el tiempo que pudo a su cuidado, su vida estuvo en riesgo mucho tiempo, esos momentos le recordaban su vida en Al'Dei, donde en varias ocasiones también cuidaba de los más pequeños cuando enfermaban o se lastimaban y esa joven no era la excepción pues se notaba que era algunos años más joven, gratos recuerdos de su hogar le traía y una extraña sensación de familiaridad.

Una noche en la que el miedo y la tristeza se apoderaron de Cat'Siuji, esta de pronto entre su llanto escucho el agudo sonido de una pequeña campana, el miedo desapareció ahuyentado por el sonido de la misma, igual como sucedía con la campana de la iglesia de su pueblo natal, la cual mantenía a salvo a sus habitantes. Cat busco en la oscuridad el origen del agudo sonido, fue difícil pero entre las cautivas logro encontrar su fuente, no era una campana, era una dulce voz que cantaba de forma sostenida:

"La"

Era la extraña de la que cuido, había despertado y entonaba una dulce aria que amenizaba el lúgubre recinto, usualmente la mayor reconfortaba a los menores pero esta vez sucedía lo contrario y sucedió en el momento más oportuno, justo antes de que la desesperación hiciera presa de ella.

-oh, al fin despertaste, dime, ¿Cómo te llamas? – pregunto Cat a la joven de cabello castaño.

No obtuvo repuesta, la chica tenía miedo, no parecía saber donde se encontraba y aun así había motivos para tenerlo. Pasaron varios minutos en los que Cat intento entablar comunicación con la extraña, pero esta se encontraba completamente enajenada, incapaz de decir algo.

-no sé cuál es mi nombre- dijo al fin con temor en los labios – no sé donde estoy o de donde vengo, no sé nada…. Solo ese sonido, esa canción:

 “La”



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