Los días eran tortuosos la mayoría del tiempo bajo el yugo
de los esclavistas, el cansancio y la fatiga era el estado natural ahí, el descanso
un sueño ligero en los momentos semi-consientes donde el cuerpo llegaba al límite
de su resistencia, las bestias inmisericordes gozaban con el sufrimiento de los
inferiores. Sin embargo había instantes en los que al tener que realizar tareas
en conjunto, los amigos separados por los barrotes y las cadenas podían verse,
si bien algunas oportunidades eran tan vagas como el tan solo poder cruzar las
miradas, estaba bien, en esos días era suficiente con saber que seguían con
vida.
Cat había conocido a una chica que no tenía recuerdos ni
memorias acerca de su pasado, su único recuerdo era una melodía que repetía en
esos momentos de desolación tan frecuentes en los calabozos de los esclavos. Había
sentido cierta curiosidad por la chica de la melodía, sentía una extraña
afinidad, de alguna manera ella le recordaba los misterios en las historias que
solía contar a los más pequeños, su pasado podía ser de lo más común, pero también
cabía la increíble posibilidad de tener una gran historia detrás de ella.
Con el tiempo entablaron una amistad muy especial, en su
pueblo natal, Cat nunca tuvo la oportunidad de tener amigas de su edad, las
mujeres y niñas de Al´Dei tenían una diferencia de edad muy marcada con
respecto a la de ella, era una sensación agradable el poder hablar con alguien
de casi la misma edad, ambas tenían sueños y esperanzas que compartían a
escondidas o muy escasamente. Conforme su amistad crecía Cat comenzó a hablarle,
a quien todos conocían como “La”, sobre su pueblo natal y la gente que allí vivía,
sobre sus amigos y rivales, romances y aventuras, finalizando en la búsqueda que
los había llevado a ese infortunio. A fin de cuentas La se quedaba con las
partes más agradables de los relatos, en un deseo por rellenar los huecos de su
propia historia con las memorias fantásticas de su amiga, un anhelo por conocer
esa tierra segura y libre de mal, crecía en ella. Particularmente le llamaba
mucho la atención la gente que allí vivía, gente buena como Cat, su esposo Gen
y su amigo Tay, pues hasta ese momento la gran mayoría de la gente que conocía era
muy diferente a ellos, gente a la que le faltaba la luz en sus espíritus y gente oscura.
-Me gustaría conocer Al´Dei algún día – le dijo La a
Cat´Siuji.
-Yo también espero poder regresar ahí en algún momento – le respondió
con melancolía – si eso es posible, con mucho gusto te llevaría
ahí. Podrías vivir con mi tía en la que solía ser mi habitación.
-En serio?! – Reacciono con alegría – eso me encantaría,
aunque dices que no sabes dónde está.
-No lo sé, pero tengo esa esperanza, algún día regresare,
cuando todo termine encontrare el camino de regreso a casa.
-Al menos puedes recordarlo- respondió con tristeza - yo no
recuerdo ni mi propio nombre.
Paso un breve momento de silencio y entonces ocurrió.
-Ey!!! Dime ¿Te gustaría un nombre de Al´Dei?
Fue en ese instante que una chispa nació, el rostro de la
joven conocida hasta ese entonces como La se ilumino al momento de asentir con
la cabeza, la voz no le salía y las lágrimas no se contenían, por primera vez sería
realmente considerada por alguien, un nombre, una persona, una historia. Cat había
recordado un nombre con mucho cariño, un nombre surgido de los juegos con las
que todas las jovencitas pasan el tiempo, el nombre que le gustaría llegar a
ponerle a un hijo, pero no podría ser, no aun, de cierto modo parecía estar predestinado
que ese nombre debía pertenecer a esa chica sin pasado.
-Tu nombre desde hoy será Lat´Berdi y algún día cuando nuestros
sueños de libertad y de justicia se cumplan, iremos a Al´Dei.

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