1.14.2014

Sigue al rayo del sol

La pelea sería mucho más corta de lo que se podría imaginar, la bestia con su par de tentáculos parecía invencible, su descomunal fuerza sobrepasaba por mucho la de la joven guerrera del sol, todo intento se librarse del agarre resultaba inútil sin importar lo mucho que se esforzara, las sombras bailaban en la oscuridad al son de las antorchas y los ruidos de la batalla alarmaban el  interior de esa torre en la que usualmente reinaba una calma mortecina; el choque del acero y los rugidos de la bestia podrían ser escuchados a la distancia, eso si hubiera quien prestara oídos, en las profundidades oscuras solo los héroes perturbaban las sigilosas tinieblas.

Había sido preparada para ello, el luchar contra enemigos poderosos y malditos, para eso se había entrenado durante tantos años, recordaba a su instructora en el mundo de los sueños luego de una jornada extenuante…

“en tu camino encontraras muchos que serán más grandes, rápidos y fuertes que tu”

Cuánta razón tenía… – pensaba la joven, a lo largo de su jornada había conocido el verdadero sufrimiento, irremediables perdidas y sido víctima del mismísimo miedo…. también la recordaba a ella, la dama oscura de la región nocturna de aquel mundo…

“¿qué es eso que la impulsa a renunciar a su propia felicidad por algo que ni siquiera está a su alcance?”

¡Esperanza! – se respondió a sí misma - una fuerza capaz de conseguir una victoria imposible, la estrella que anuncia el amanecer, el amanecer de un nuevo día.

Nada cambiaba, la fuerza brutal de la bestia alrededor de su brazo la sometía por completo, a ella y a su candidato a escudero, el cual era mucho más fuerte que ella y aun así no lograba oponer resistencia a semejante monstruo que se dirigía hacia la penumbra de los pisos inferiores, todo en contra, pero aun así no se rendiría, aun ante el final, no se rendiría jamás.

Recordaba también el círculo del valor, ese “momentum” en el que la esencia ideal de un amigo caído, experto en las artes del combate, le instruía en la espada y la meditación.

- tu técnica con la espada es excelente, el “ataque poderoso” es sin duda devastador, pero malgasta mucho tu poder – reflexionaba el samurái – la técnica consiste en liberar toda tu fuerza física y espiritual en un solo golpe, pero puedo ver, ahora que soy solo un espíritu, que mucha de esa energía se pierde, fuiste bendecida con un aura divina que en conjunto con tu propio espíritu son la principal fuente de tu poder, el poder para vencer al mal y creo que podemos mejorarla.

El entrenamiento para lograr maximizar la técnica consistió en larga meditación para dominar el uso del poder sagrado, en vez de concentrarse en destruir a su enemigo, debía enfocarse en acceder a esta fuerza durante el menor periodo de tiempo posible. La montaña le había enseñado el “Laido”, una técnica que consistía en desenvainar la espada a gran velocidad; el samurái enfoca toda su fuerza física en solo una fracción de segundo, eso era lo que la guardiana necesita lograr, liberar su fuerza en una fracción de segundo, con su espíritu, no con la espada. Le llamo Choque Relámpago, la nueva versión del Ataque Poderoso, ahora todo su cuerpo y espíritu se enfocaban en dar un golpe fugaz, al tiempo que su poder sagrado imbuía su arma contra el mal, solo un instante, la misma técnica, pero utilizada en menos  tiempo del que toma un solo parpadeo.


Le resultaba inútil, con todo su cuerpo colgando de su brazo y a punto este, de ser quebrado, no podía utilizar su golpe, debía seguir luchando conservando las esperanzas, debía luchar por mantener esa esperanza, hasta que al fin llego su oportunidad. Una estrella se alzaba de la oscuridad, su luz era cálida y brillante para ella, pero furiosa y aplastante contra la noche; la conocía bien, en innumerables ocasiones se había presentado para salvarla antes, esta vez ella debía seguirla, la estrella era su guía, marcaba su objetivo, su brazo se había liberado y solo tenía una breve oportunidad, en su cinturón, su espada continuaba aun  en su vaina…  


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