La pelea sería mucho más corta de lo que se podría imaginar,
la bestia con su par de tentáculos parecía invencible, su descomunal fuerza
sobrepasaba por mucho la de la joven guerrera del sol, todo intento se librarse
del agarre resultaba inútil sin importar lo mucho que se esforzara, las sombras
bailaban en la oscuridad al son de las antorchas y los ruidos de la batalla
alarmaban el interior de esa torre en la
que usualmente reinaba una calma mortecina; el choque del acero y los rugidos
de la bestia podrían ser escuchados a la distancia, eso si hubiera quien
prestara oídos, en las profundidades oscuras solo los héroes perturbaban las
sigilosas tinieblas.
Había sido preparada para ello, el luchar contra enemigos
poderosos y malditos, para eso se había entrenado durante tantos años,
recordaba a su instructora en el mundo de los sueños luego de una jornada
extenuante…
“en tu camino encontraras muchos que serán más grandes,
rápidos y fuertes que tu”
Cuánta razón tenía… – pensaba la joven, a lo largo de su
jornada había conocido el verdadero sufrimiento, irremediables perdidas y sido víctima
del mismísimo miedo…. también la recordaba a ella, la dama oscura de la región
nocturna de aquel mundo…
“¿qué es eso que la impulsa a renunciar a su propia
felicidad por algo que ni siquiera está a su alcance?”
¡Esperanza! – se respondió a sí misma - una fuerza capaz de
conseguir una victoria imposible, la estrella que anuncia el amanecer, el
amanecer de un nuevo día.
Nada cambiaba, la fuerza brutal de la bestia alrededor de su
brazo la sometía por completo, a ella y a su candidato a escudero, el cual era
mucho más fuerte que ella y aun así no lograba oponer resistencia a semejante
monstruo que se dirigía hacia la penumbra de los pisos inferiores, todo en
contra, pero aun así no se rendiría, aun ante el final, no se rendiría jamás.
Recordaba también el círculo del valor, ese “momentum” en el
que la esencia ideal de un amigo caído, experto en las artes del combate, le
instruía en la espada y la meditación.
- tu técnica con la espada es excelente, el “ataque
poderoso” es sin duda devastador, pero malgasta mucho tu poder – reflexionaba
el samurái – la técnica consiste en liberar toda tu fuerza física y espiritual
en un solo golpe, pero puedo ver, ahora que soy solo un espíritu, que mucha de
esa energía se pierde, fuiste bendecida con un aura divina que en conjunto con
tu propio espíritu son la principal fuente de tu poder, el poder para vencer al
mal y creo que podemos mejorarla.
El entrenamiento para lograr maximizar la técnica consistió en
larga meditación para dominar el uso del poder sagrado, en vez de concentrarse
en destruir a su enemigo, debía enfocarse en acceder a esta fuerza durante el menor
periodo de tiempo posible. La montaña le había enseñado el “Laido”, una técnica
que consistía en desenvainar la espada a gran velocidad; el samurái enfoca toda
su fuerza física en solo una fracción de segundo, eso era lo que la guardiana
necesita lograr, liberar su fuerza en una fracción de segundo, con su espíritu,
no con la espada. Le llamo Choque Relámpago, la nueva versión del Ataque
Poderoso, ahora todo su cuerpo y espíritu se enfocaban en dar un golpe fugaz,
al tiempo que su poder sagrado imbuía su arma contra el mal, solo un instante,
la misma técnica, pero utilizada en menos
tiempo del que toma un solo parpadeo.
Le resultaba inútil, con todo su cuerpo colgando de su brazo
y a punto este, de ser quebrado, no podía utilizar su golpe, debía seguir
luchando conservando las esperanzas, debía luchar por mantener esa esperanza,
hasta que al fin llego su oportunidad. Una estrella se alzaba de la oscuridad,
su luz era cálida y brillante para ella, pero furiosa y aplastante contra la noche; la conocía bien, en innumerables ocasiones se
había presentado para salvarla antes, esta vez ella debía seguirla, la estrella
era su guía, marcaba su objetivo, su brazo se había liberado y solo tenía una
breve oportunidad, en su cinturón, su espada continuaba aun en su vaina…

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