7.23.2013

La Chispa

-Esa debe ser la casa- dijo el experimentado caballero a su compañero de jornada.

-si, aunque quisiera…. ¿Que es eso?- se interrumpió el más joven.

Una niña abrió la puerta de la residencia, la pequeña aparentaba unos ocho años humanos, aunque era bastante claro que tenía sangre elfica en su herencia, la chiquilla recibió a los extraños con una sonrisa, vestida como una princesa de cabellos dorados lista para una gala dirigió a sus huéspedes hacia el interior de la casa.

-¿nos estará dirigiendo hacia lo que buscamos?- pregunto Alastor.

-no exactamente, esperemos un poco mas y veamos que sucede- contesto serenamente Vagrant.

El interior de la casa no correspondía al aspecto de la semi-elfa, el polvo acumulado abundaba en el aire, ventanas empañadas de suciedad, jarrones rotos, alguna que otra alimaña en los alrededores y una ligera sensación a muerte, aunque dicha sensación era constante desde que se habían aproximaron a las inmediaciones del pueblo en que se encontraban, un pueblo fantasma.

-les prepare algo de té y también hice galletas y queso –ofreció la pequeña con una sonrisa – tomen asiento por favor y disculpen el desorden, pero hace tiempo que no recibo visitas.



Los caballeros tomaron asiento pero de inmediato desconfiaron de los bocadillos, estaban ahí para algo más que una visita de sociedad. Durante algún tiempo el reino había dejado de recibir los tributos de algunas poblaciones, cosa normal cuando la cosecha es mala, sin embargo no se había recibido noticias de apuro o solicitud de ayuda alguna; esto motivo a que el reino enviara mensajeros para investigar la situación de la región, de ellos tampoco se supo nada después. Fue hasta que una inspección, empleando  artefactos mágicos, revelo que algo malo sucedía, lo más extraño era que lo que fuese lo que fuese no se había hecho notar por otros medios, ni siquiera por clarividencias divinas. Esto motivo a que el reino enviase a dos de sus caballeros más fuertes, Vagrant quien desde su juventud mostro el temple y la sabiduría de un gran caballero, el era en ese entonces el dirigente de la Orden de la Corona; el otro era Alastor, del cual se cantaba que no había espada que pudiese vencerle,  un hombre joven en apariencia, pero que al menos tenia la misma edad que su compañero, ambos hicieron el entrenamiento de la orden juntos.

-Se ven algo nerviosos, ¿acaso el queso esta “pasado”? – pregunto con ingenuidad la anfitriona.

-¡al grano pequeña! Dinos ¿Qué está sucediendo aquí? – Vagrant respondió de forma autoritaria- hemos recorrido varios pueblos de la región y hasta ahora, tu eres la única persona que hemos encontrado.

-oh! ¡Así que es eso! – Contesto la pequeña con entusiasmo- no se preocupen por los demás aldeanos, todos ellos están muertos – termino sonriente.

Alastor de inmediato se levanto y se puso en guardia a punto de desenvainar su espada – ¿qué cosa eres?- pregunto con alarma, presentía que ella era el centro de los acontecimientos que ahí sucedían, aunque no estaba seguro de que forma-  Responde ahora y tal vez tome tu vida con rapidez.

La niña permaneció algo confundida, pero ignorando cualquier señal de peligro.

-Espera un momento Alastor- lo tranquilizo su compañero mientras permanecía sentado – aun hay más que descubrir.

-si! Además es una falta de modales levantarse así durante el te- lo regaño la anfitriona.

-empecemos con las presentaciones pequeña, ya que los modales parecen importarte – inicio la introducción – mi nombre es Vagrant y mi compañero se llama Alastor y ambos somos caballeros de la Corona.

-¡WOW! – Grito emocionada – ¿los dos son caballeros de verdad? ¡Qué increíble! ¿y es verdad lo que cantan los trovadores? ¿y lo que está escrito en los libros? Y….

-¡ejem! – interrumpió Vagrant.

-¡oh! Cierto ….mi nombre es Alptraum  y soy una “Residente”

Alastor de inmediato reconoció el término, ese era el nombre que se le daba a los espíritus que tienen la necesidad de resguardarse en otros seres para existir.

-pero creo que eso no es lo que están buscando – continuo infantilmente- ustedes están buscando al Necrarium, el demonio que mato a todos y quien es el causante de tantos problemas.

- ¿dices que no eres tu la responsable de esas muertes?- pregunto intrigado Vagrant.

-claro que no; verán, ese monstruo llego y comenzó a hacer sus fechorías hace unos meses, cada intento de pedir ayuda resultaba inútil, es porque se mete en la gente y la controla, hubo incluso inocentes que fueron muertos debió a la confusión. Yo no podía intervenir, esos asuntos no tiene importancia para mí.

Alastor escuchaba con mucha atención, conocía la extraña naturaleza de los residentes, pero le preocupaba mas escuchar sobre un Necrarium, un demonio que no pertenecía a ningún mundo, un espécimen extraño y muy difícil de combatir, sobre todo sin revelar  sus verdaderos ojos.

-Llego el momento en el que entro en esta residencia, tomo el cuerpo del dueño de la casa y continuo su masacre, hasta que vio a esta niña, fue ahí que todo se salió de control. Verán, ella posee un espíritu puro, lleno de bondad, algo en extremo raro de encontrar, por esa misma razón   me convertí en su residente, suelen ser este tipo de personas las que llevan la luz que ilumina al mundo, pero también despertó la voracidad insaciable del Necrarium, este intento apoderarse de su alma, pero no pudo, solo quien es invitado o mejor dicho, quien así lo tiene predestinado, como es mi caso, son capaces de llegar al centro de su luz, eso lo volvió loco y en su desesperación no dejo un solo sobreviviente en la villa.

Hubo un momento de silencio, ambos caballeros se preguntaban a si mismos “que secretos hemos encontrado?”. Alptraum estaba rodeada de un aura oscura, pero parecía tener buenas intenciones y de la otra bestia no había rastro alguno.

-esto es lo que haremos - propuso la pequeña sin dejar espacio para alegato alguno -  yo me encargo del monstruo y ustedes de la niña; ahora mismo lo tengo encerrado en una burbuja, pero se romperá y seguirá causándoles molestias y a pesar de mi gran poder, en este mundo, este se ve reducido y no es suficiente para poder seguir protegiéndola, a fin de cuentas es el cuerpo de una pequeña.

La atmosfera comenzó a oscurecerse, no era cuestión de iluminación, sino una sensación tenebrosa, después de todo la naturaleza de los Residentes era completamente impredecible, muchos se contentaban con albergar en un rincón de su anfitrión, pero algunos incluso trataban de pasar a sustituir al mismo poseyendo su cuerpo. Seres que muchas veces desconocían los términos de los mortales no siempre entendían que era una traición o el por que debían mantener su palabra, seres acostumbrados a ser como dioses en sub-mundos inmateriales tenían muchas dificultades para convivir con los seres tangibles.

- Espero que los Caballeros cumplan con su deber para con los inocentes; ¡hasta luego! – Alptraum no espero a recibir ni una ligera respuesta o gesto de sus invitados, cerró los ojos y un viento  sobrenatural soplo por toda la estancia, las sombras que llenaban la atmosfera eran arrastradas por ese viento y un espectro emergía de la pequeña elfa, un ángel de alas negras y resplandecientes ojos verdes, una sombra, un contorno, batió sus alas y desapareció llevándose consigo la otra emanación de oscuridad que recién se hacia sentir.

Los caballeros presentían que la residente no había sido del todo sincera y que sus intenciones tenían un doble propósito, revisaron el resto de la casa con sumo cuidado buscando rastros de seres oscuros u otra amenaza, no encontraron nada.

-que hacemos con la niña?- pregunto Alastor.

-llevémosla con nosotros de vuelta- respondió con algo de duda Vagrant – tal vez localicemos algún familiar en los registros cívicos o en última instancia un lugar en el orfanato, aquí morirá si se queda sola; no hay que apartarle la vista de encima.  

Alastor examino a la pequeña una última vez, sentía algo especial en ella, una calidez muy particular, definitivamente aquello que había atraído al residente y al necrarium, una luz. La tomo en sus brazos y se dispusieron a emprender el viaje de regreso, no sin antes advertir que tenía un collar con una inscripción grabada a su reverso.


-así que su nombre es “Lunamarie”.

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